Procurar un ambiente tranquilo, ordenado y sin demasiados cambios. La estabilidad les ayuda.
El maestro ha de ser flexible; a un niño muy activo no se le puede pedir que se esté quieto en su mesa mientras se prepara alguna actividad, pero tampoco se le puede dar rienda suelta para que haga lo que quiera ya que también necesita tener límites y saber hasta donde puede llegar. Es conveniente tenerlo cerca y hacerle repetir las instrucciones en voz alta, haciéndole preguntas y felicitándole si acierta la respuesta.
No es extraño que los niños excesivamente activos tengan algún otro problema en las relaciones con sus compañeros. Ha de ser corregido pero siempre buscando una solución, nunca culpabilizando ni etiquetando al niño. El maestro debe valerse de sus recursos para ayudar al niño en la buena integración en el aula y la escuela.
El parvulario coincide con una etapa en la que hay que dar más importancia al aprendizaje del control de la conducta y de la relación con los compañeros que a las habilidades meramente académicas.
Todos los niños pueden destacar en algo. Si tenemos a un niño que tiene dificultades para destacar en el aprendizaje podemos ayudarle favoreciendo otras actividades que desarrollen la creatividad como las manualidades o las canciones.
lunes, 11 de mayo de 2009
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